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juanluna

El maestro perdido

  He tenido oportunidad de ver por televisión una entrevista a Manolo Sánlucar, genio de la guitarra española más que reconocido. La cogí empezada y no sabía quien era el entrevistado,pero por sus palabras me enganchó al instante. Por su aspecto, mucho más delgado, con barba y melena absolutamente blancas, en principio, lo llegué a confundir con el escritor Paulo Coelho, autor de "El Alquimista" novela que aconsejo fervientemente a todos, pero una vez siguió hablando de música y de flamenco supe que era Manolo.

  Lo que me sorprende es observar, y esto lo he visto en muchos artistas e intelectuales, es la profundidad de sus palabras. Como buscan un sentido a la existencia, una razón de ser, o más que una razón... un sentimiento. Como detrás de todo su arte existe una comunión con el corazón, una profundidad de alma que, en entrevistas como esta, de tú a tú, intima, sale a relucir. Manolo dice: "De lo único que somos realmente conscientes es de que no somos lo que fuimos, y andamos dando vueltas buscándonos, para volver a ser aquello que debimos ser y ahora tenemos perdido". Me quedé pasmado con la frasecita. Este hombre hablaba como tras una experiencia traumática como ha sido la enfermedad de un hijo (que no sé si ha fallecido) su mujer, que ya es especialmente religiosa, incremento su actividad en este sentido, cosa que él también hizo, pero cuando ya le comunicaron supongo, que el fatal desenlace,el dice: "Ofrecí mi alma al diablo. Quédatela, si salvas a mi hijo soy enteramente tuyo". ¡Qué fuerte! Ahí mostraba toda su desesperación y amor inmenso hacia ese hijo. Se ofrecía él, por entero, pasara lo que pasara con todas las consecuencias, por la vida de su vástago. Después se fundamentaba y decía que Dios y el Diablo no tenían nada que ver con lo que nos habían vendido y que si así fuera se iba con una pancarta a la Catedral de Sevilla para decir ¡Basta ya! ¿No es suficiente lo que le has pedido ya a la raza humana?

  El caso es que se confesaba como un hombre perdido al que la vida no le había traído más que un menú de contradicciones que diferían mucho de lo que era el vivir. No obstante, transmitía profundidad, espíritu, y eso me hace intuir Manolo, "maestro", que estás en el camino del reencuentro.

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