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juanluna

No hay salvación

  En muchas ocasiones las personas, perdidas en su autosueño de locura desenfrenada, van pidiendo sin motivo ser salvadas. Van pidiendo algo que suponga un freno a ese maremagnum de vicisitudes que les sobrevienen y que se obstinan una y otra vez en controlar. Sin darse cuenta, que la expresión de esa necesidad recurrente de control de las situaciones es un reflejo claro y directo del miedo absoluto que les embarga. Un miedo que se hace absoluto cuando domina por completo los actos que realizan, siendo santo y seña, además de origen, de todo lo que emiten ellos mismos. Intentan encerrar la vida en su propia cárcel, la cárcel donde ellos, atrapados en su inconsciencia, han establecido su morada. Es una cárcel que en muchas ocasiones deslumbra, de barrotes de oro, de grandes ceremonias, de fuegos artificiales, de adornos y lisonjas, pero, al fin y al cabo, tu cárcel. Y se empeñan una y otra vez en buscar soluciones de nada, en sacar brillo a unos barrotes de carcoma que sólo ellos, con las gafas de la ceguera bien apretadas, pueden ver hermosa. Ciegos que siguen a ciegos y que gritan y llaman a tu puerta con dureza para llamar tu atención, y tú, que sigues ahí, pretendiendo ser salvado, incluso aplaudes que golpeen fuerte, que hagan ruidos ostentosos en esa puerta que es la dueña de tus silencios más callados, la puerta de tu corazón. Estás dormido, hermano. Estás dormido y por eso necesitas esos ademanes enérgicos que te sacuden despertándote cuando ellos así lo han decidido por ti, puesto que tú mismo, aun sin saberlo, les has otorgado esa gracia. Así, tu ritmo es transgredido, violentado, censurado ante la perspectiva del despertar de los despertares, cuando, en realidad, seguirás dormido. Tú, querido, como yo, como todos, tienes tu propio ritmo, el que marca la nota que te hace único en la gloria de la sinfonía divina, has de aprender a escucharlo. Cuando lo escuches, cuando te escuches, habrá más silencios que palabras, porque hasta tus palabras serán silencios musicados. Se suavizaran tus formas pues la sutilidad de tu vibración te hará comprender y experienciar de manera plena e integra tu condición de eternidad. Descubrirás que Eres y que el único motivo por el que estás aquí es recordarte. No existen carreras, medallas ni reconocimientos para ese tan atribulado objetivo de la supuesta iluminación. Eres luz, siempre has sido luz, y siempre lo serás. ¿Qué sentido tiene entonces la idea de iluminarte? Es el juego de la mente que vive en dualidad, que trata de separar, de clasificar, de controlar, de llevar las riendas de tu Ser por completo. Y para ello se vale de enredos, artimañas, vueltas y revueltas que tratan de hipnotizarte y hacerte creer que es necesaria esa dureza, que es necesaria esa lucha, en definitiva, y en el origen de todo, que para vivir hay que sufrir. Ostentosa y gran mentira ésta que ha quedado establecida como eje de una programación social que nos esclaviza y a la que hemos dado fuerza con la justificación de un falso control de un tiempo que no existe. Un día, querido hermano, te cansarás de caminar armando ruido, pues el ruido no existirá en ti, Te cansarás de caminar dando portazos, pues no abrá puertas que abrir, ya que todo tú serás apertura. Te cansarás de ir diciendo qué decir y qué hacer, pues sabrás que todo en ti, como en los demás, está hecho. Y entonces, sólo entonces, serás, y el compartir será la expresión total y absoluta de ese Amor, que por fin, y ya era hora, has descubierto que toda la creación Es contigo.

2 comentarios

Guillermo A -

Gracias por compartir.

A cada día su afán. Y a cada persona su vivencia.
Dimensión para jugar, y en el juego estamos.
¡Juega y deja jugar! sería frase respetuosa, pero... ¿dónde están las reglas?
Dimensión para integrar tan sólo eso y nada más.

Rafael Mª -

¿A quién diriges estas palabras hermano? Queremos ser salvados porque no somos conscientes que nunca hizo falta. Ni siquiera Jesús vino a ello. Sólo es un espejo para nuestro Amor, que tenemos dentro. Si en nuestro ADN sediento de ser descubierto.
El Sol sale para iluminarnos en este viaje, aquí y ahora, que tú nos descubres, con tus palabras, que aun en prosa son versos.
Gracias por acompañarnos en este paseo.