Hsin Sin Ming Meditaciones (LXIII-LXXII)
LXIII
No busques en el cuerpo la salud del cuerpo,
ni en la mente el equilibrio emocional.
El bienestar del cuerpo no depende del cuerpo,
ni el de la mente, de la mente.
Las técnicas terapéuticas, por sugerentes que parezcan,
terminan en el mismo sitio que empiezan:
en la identificación con el pequeño yo
y en el laberinto del ego.
Y en tal identificación cualquier salud es pasajera;
cualquier alegría, efímera;
cualquier equilibrio, calma que precede a una nueva tormenta.
¿No te parece salud suficiente gozar de una Vida que es eterna?;
¿no consideras equilibrio bastante el que te proporciona tu divinidad?.
Contémplate como lo que realmente eres: Divino y Eterno.
Y afirma en esa seguridad:
no deseo la salud, ¡Soy la Salud!;
no persigo el equilibrio, ¡Soy el Equilibrio!.
LXIV
Supera la gran mentita que pesa sobre tus espaldas:
tu identidad personal.
Rompe las amarras con el engaño que te atenaza:
verte y concebirte como persona.
Sé lo que realmente eres: Espíritu, Vida Eterna, Ser.
El Espíritu incrementará entonces la dinámica vibratoria del alma,
su fruto e instrumento experiencial en la aventura de la Vida,
colmándola de energía y Amor.
Y el alma llenará el cuerpo,
su vehículo de acción en la materialidad,
de salud y equilibrio físico y mental.
LXV
Tu cuerpo no eres tú;
tampoco eres tu mente, ni tus pensamientos.
Tu materialidad es algo maravilloso,
pero su funcionalidad es limitada:
por un corto tiempo, servir de vehículo a un alma
que es, a su vez, fruto e instrumento del Espíritu
para vivir experiencias de expansión de la Consciencia de la Unidad.
Esto eres Tú:
Consciencia, Unidad, Amor;
Ser.
LXVI
Mírate con la luz profunda y hermosa
que llena y engalana tu Ser.
Obsérvate desde la Paz y el Silencio
que fluyen y confluyen en tu interior.
No has nacido en tiempo alguno;
no procedes de ningún lugar.
Quita tamañas falacias de tu percepción de la Vida,
pues no se corresponden con la Realidad de tu Ser.
Eres de todos los espacios y dimensiones;
Tú mismo eres todos los espacios y dimensiones.
Eres de todas las épocas, eras y generaciones;
Tu mismo eres todas las épocas, eras y generaciones.
Y así eres y Es desde antes de la Creación.
LXVII
La iluminación explotará en ti
cuando dejes de concebirte como alguien.
De hecho, eso es la iluminación:
transcender de la identidad personal
y ver, por fin, que Todo Soy Yo
y Yo Soy Todo.
La ausencia de la idea de ser alguien
otorga la libertad de Ser.
No existe dualidad alguna:
Todo es Uno.
Tampoco hay dualidad entre Dios y tú.
No te sientas separado del Creador,
pues su omnipotencia luce
hasta en la más recóndita de tus células
y hace de ti Creación Creadora.
Sé Tú mismo en la Unidad;
sé Tú mismo el Milagro.
LXVIII Ser no es estar; Yo Soy, y eso no es ningún estado. De un estado se entra y se sale; en cambio, Ser es Ser: Ser no sabe ni de entradas ni salidas. En Ser, la Felicidad y la Alegría no son estados. Soy: por tanto, Soy la Felicidad; Soy: por tanto, Soy la Alegría. En la Felicidad que Soy no cabe el concepto de disfrutar de la felicidad, es decir, una identidad personal que entra en el estado de felicidad como puede salir de él. En la Alegría que Soy no ha lugar a sentirse alegre, esto es, alguien que puede estar alegre como puede no estarlo. No soy alguien: Soy Ser. La Felicidad, la Alegría. LXIX Soy la Felicidad, inmutable y eterna; Soy la Alegría, inalterable y permanente. En la Felicidad no cabe la idea de una persona feliz; en la Alegría no tiene sentido alguien alegre. Soy Uno con la Creación y la Creación es el Ser Creador que Yo Soy. Soy Yo mismo y, pleno del Yo Soy, Soy Uno con Todo, sin separación, fragmentación o dualidad, con Amor. LXX El pasado y el futuro no existen. La Felicidad es ahora y en el ahora. En el presente, Amor y Felicidad son la esencia de Ser; y Ser es emanación pletórica de Amor y Felicidad. Mira a tu alrededor y observa con atención: la gente rechaza la Felicidad y el Amor Incondicional, que se hallan intrínsecamente unidos. ¿Por qué los rechaza?: ¡por miedo!; el miedo a abandonar la idea de su identidad personal. Pero tal identidad no existe, no Es. Deja la ficción mental de concebirte como una persona Y Sé lo que Eres: Ser eterno e infinito; Felicidad, Amor. LXXI Para acabar con los miedos, el miedo a trascender tu identidad personal y todos los demás miedos que te atenazan, examina qué es lo que precede al sentimiento de miedo. Si tienes dolor de barriga, quizá es porque has comido demasiado; si tienes miedo a algo, pregúntate el por qué del mismo. Y aprende a saber vivir con todo lo que te rodea. Sé cada vez más consciente en la vida. Sobre todo, no trates de cambiar la vida. No puedes cambiar la vida. La vida cambia… a medida que aumenta tu comprensión de la vida. Tu Ser es el Espacio en el que surgen y se desenvuelven las formas cambiantes del momento presente. Tales formas dependen, pues, de tu Consciencia. LXXII Todo es Perfecto, sencillo y bello: supera la idea de tu identidad personal; no te enredes en juegos mentales; no te identifiques con tus pensamientos; no caigas en la dualidad; no emitas juicios ni opiniones; y nunca adelantes mentalmente tus actuaciones sobre un hecho antes de que tal hecho se esté produciendo en la realidad. ¿Por qué te empecinas en cargar tu vida con el peso de las pre-ocupaciones y las anticipaciones mentales?. Esta es la verdad: no puedes examinar con sabiduría las situaciones que no estén aconteciendo en el ahora. La mente pugnará por hacerlo, pues le encantan los juegos de ficción. Pero estos juegos llevarán tu vida por los derroteros del vacío y el miedo. No puedes evaluar las acciones que no han sucedido, pues no estarás evaluando el hecho, sino una presunción mental acerca de un posible hecho. Cuando el hecho sea real, es decir, cuando sea presente, entonces, sin pre-juicios ni pre-ocupaciones, deja que emane de tu interior la acción y palabras pertinentes. Las acciones surgen en cada instante y no se puede codificar la moral. Sé tu Ser Profundo y confía en la Providencia. que es una manifestación de tu Poder.
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