I
El pasajero del mañana
tiene como destino
la estación de ninguna parte,
y siempre llegará tarde,
pues en su pasaporte
está sellado el país de ningún sitio.
II
Aquél que busca recoger los frutos
del árbol de la cosecha temprana
nunca conseguirá verlos maduros,
pues la naturaleza no entiende de prisas.
III
El que bebe el agua
del manantial de la escasez
siempre permanecerá sediento,
pues no existe agua suficiente
para saciar una necesidad que no existe.
IV
Cuando la lluvia de la vida cae
es preferible mojarse en abundancia
y no llevar paraguas,
pues se corre el peligro de secarse eternamente
y no tener vida.
V
Cuando un ciclo se acaba
has de despedirlo con benevolencia,
para que aquél que esté por llegar
se siente en los ambientes de la bienvenida.
VI
El que calla y permanece en silencio
tiene altas posibilidades de escucharse
y conocerse a sí mismo,
porque mientras el ruido le acompañe
se encontrará perdido
en chismes que contaminan su morada.
VII
El que respira el aire de la libertad
no tiene cadenas que puedan aprisionarle,
pues aún estando preso
sabe que el lugar donde se halla
es también el hogar del bendito.
VIII
El que viaja sin querer saber adónde va
llega a todos los sitios en un instante,
pues se encuentra en el disfrute de la experiencia
que lo lleva en volandas al paraíso.
IX
El que se olvida de vivir
no se acuerda de lo que está viviendo,
y pasa por la vida como una brisa,
que apenas deja marca
en el vendaval de la existencia.
X
Cuando caminas por tu senda,
sin pretender la del otro,
abres la puerta
para que la magia se haga presente,
descubriendo así tu maestría.
XI
El que vibra en el Amor Verdadero
todo lo que toca en Amor convierte,
pues está en comunión con su ser interno,
y la Esencia de lo que es
se plasma en todas sus creaciones.
XII
El que sabe que es todo y nada
al mismo tiempo
no necesita saber nada,
pues lo sabe todo.