Nada es lo que parece
Cada vez más las posibilidades que se nos dan para que nos informemos por nosotros mismos (sobre todo a través de la red) se multiplican. Uno de los hechos más recurrentes es la cuestión de las supuestas pandemias y las vacunas asociadas a las mismas. Con el caso de la gripe A, que se derrumbó como el castillo de naipes que era gracias a la concienciación ciudadana, se dió una situación jamás producida hasta ahora. El individuo se oponía frontalmente a las disposiciones dictadas por los estados sobre lo que teoricamente era indispensable para mantener su estado de salud. La red sirvió como vehículo principal para que expertos en el tema vírico se saltaran la oficialidad y ofrecieran directamente opiniones científicas y documentadas (célebre el caso de la monja de Montserrat) sobre la falsedad de la pandemia y la inutilidad de la campaña de vacunación emprendida por los gobiernos y auspiciada, esta vez no tan a la sombra (fueron descubiertos) por los grandes organismos, como la OMS, que se mostró claramente como una tapadera de intereses, y sobre todo por las corporaciones de laboratorios farmaceuticos que se forraron con el negocio, ya lo hicieron en su momento con la gripe aviar.
La cuestión es que los gobiernos, el español incluido, debieron acarrear con el "desprestigio" que supuso quedarse con el culo al aire y, sobre todo, con un excedente de dosis de vacunación (no se llegaron a utilizar ni el 30% de las mismas) que había que recolocar. ¿Qué ha ocurrido con estas dosis sobrantes? La respuesta oficial fue que, en un ejercicio de "amorosa solidaridad", iban a ser donadas a paises del hemisferio sur, que posteriormente pasarían de nuevo por su invierno y por ende por la época vírica de la gripe por excelencia. Lo que no se dijo es que la calificada como pandemia ya había pasado anteriormente por estos paises y que en algunos, como fue el caso de Japón, se llegaron a prohibir dichas vacunas ante la evidencia, además de su carácter innecesario, de síntomas añadidos como el desarrollo de convulsiones y otras alteraciones de dicha índole, sobre todo en niños. La realidad es, aunque puede sonar algo alarmista el decirlo, que dichas dosis quedaron, al menos gran parte de ellas, para ser inoculadas en una nueva temporada en aquellas personas que solicitaran la vacuna para la gripe estacional, es decir, la normal de toda la vida que se cura con limón, agua, reposo, y estando en casa bien abrigadito.
Hace ya algo más de un año de todo este embrollo. En el mes de Noviembre del año 2009 se nos inundó con noticias de proliferaciones de "supuestos casos de gripe A" en todos los telediarios del orbe televisivo. Sólo el periodista Iñaki Gabilondo, desde su portal de opinión de noticias cuatro se atrevió a discrepar y dar una versión totalmente distinta de la que por todos los medios masivos se nos daba. Por otro lado, nuestro gobierno, orquestó toda una campaña de cómo lavarse las manos de la manera más higiénica y elaborada posible y de qué colectivos (personal médico, maestros, niños) debían ser obligatoriamente vacunados. Evidentemente, todo cayó por su propio peso, y tan sólo un mes después, en Diciembre, no se hablaba absolutamente nada del asunto, desapareció como por ensalmo.
Esto ha generado un cierto movimiento, que acrecentaba los ya existentes, favorable al tratamiento natural (se insiste sobre medios que dá la naturaleza para ayudar a nuestro sistema inmunológico en caso de necesidad). Y, en consecuencia, contrario a la inoculación de vacunas que no son más que virus introducidos en nuestro cuerpo con la idea de generar anticuerpos (poner el parche antes de que exista la herida), lo cual resta capacidad a nuestro sistema y nos convierte en caldo de cultivo del desarrollo de futuras enfermedades. Todo ello en pro del negocio y el enriquecimiento de los grandes laboratorios (poderoso caballero es don dinero).
Aquí en nuestro pais se ha dado un caso, creo recordar que en Almería, en que ha surgido un brote de sarampión y los padres de algunos niños, que por cierto no habían cogido el virus, se han negado a vacunarlos, ya que ellos los tratan con productos naturales que refuerzan el sistema inmunológico propio del organismo. La Junta de Andalucia, a través de su correspondiente Consejería, ante la imposibilidad de obligar a dichos padres a que vacunen a sus hijos, en principio es anticonstitucional ya que vulnera la libertad del individuo, ha llevado el caso a los tribunales para que un juez decida. Muchos sé que dirán, al leer estas mis palabras, que el estado está haciendo lo que tiene que hacer al "velar por el interés general". No obstante, yo voy más allá y hago una reflexión sobre lo que se está manifestando cada vez más crudamente en nuestra realidad (tanto individual como colectiva). Estamos viendo como las costuras del traje de nuestro sagrado sistema del bienestar se estan abriendo por todos lados, han sonado las campanas de boda y el gitano se está partiendo la camisa. Queridos lectores, el sistema está dando pataletas como el niño consentido cuando no recibe su chocolatina. A nosotros, como miembros del mismo, nos queda el estar alerta y conscientes para, a partir de ahí, transmutarnos, transformarnos, y así entre todos crear el mundo maravilloso que todos en realidad queremos. Seamos fuertes y no nos dejemos utilizar. Conservemos nuestro poder de creación. Somos creadores.
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