Cuando un amigo se va
En el día de ayer murió un familiar. Que si bien no era familiar directo formaba parte de la familia. Entonces he pensado en aquella sevillana clásica y siempre presente en todas las ferias de abril de Sevilla que dice "Cuando un amigo se va; algo se muere en el alma cuando un amigo se va (...) y va dejando una huella que no se puede borrar.." Curiosa mezcla de la interpretación festiva y alegre de la sevillana con el sentimiento dramático de su letra. Salvando las distancias y, entendiendo el lógico sentir de los seres queridos cercanos,puede uno observar como hasta el último detalle de nuestra vida está institucionalizado socialmente. Viene la de la guadaña (ya de por si icono tétrico del paso) y todo el mundo tiene que ponerse el traje de la tristeza para ir en consonancia. En esta España católica que nos ha tocado vivir la muerte es el punto final a todo y el miedo a la misma se ha hecho ley durante generaciones por la fuerza de la costumbre.
Yo abogo por una despedida alegre, con trajes blancos o de colores, con flores al viento, con música sencilla y variada a la vez, al aire libre, entre la tierra y el cielo, con paz en todos los corazones. Alegrándose todos por lo que la persona ha vivido, por lo que nos ha tocado compartir con ella, por su compañía, por formar parte de su experiencia, por sentir su energía junto a la tuya, sabiendo que esto no es más que un paso en una vida de luz y eternidad, porque somos chispa divina, porque somos Dios y nuestro destino es la existencia misma.
Cuando me llegue la hora yo me apoyo en palabras del genial Serrat "..y a mi enterrarme sin duelo, entre la playa y el cielo. En la ladera de un monte más alto que el horizonte quiero tener buena vista. Mi cuerpo será camino le daré verde a los pinos y amarillo a la genista.."
Y a tí amigo Manuel, que alcances la luz te deseo, y que la grandeza de tu corazón se derrame sobre todos nosotros para que podamos ver lo que aun no somos capaces de ver.
Un abrazo infinito.
Juan
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