Bienvenido 2008
Con la tradicional ceremonia de las doce uvas al son de las campanadas, que para aquellos que no lo sepan deciros que esta tradición data de principios del S.XX en que se instauró propiciada por un excedente del susodicho fruto, damos la bienvenida al año 2008 que comienza. Con nuestros mejores deseos de amor, paz y felicidad para aquellas personas que queremos y que tenemos la ocasión de decirselo recibimos el nuevo año. Que bonito es el simple hecho de demostrar una persona que la tienes en tu corazón con el simple detalle de desearle lo mejor.
El 2007 se ha ido con un halo de confusión tras de sí que no deja lugar a dudas, en mi modesta opinión, que son tiempos revueltos los que estamos viviendo. Hay mucho movimiento en el interior de las personas y esto inevitablemente se refleja en el exterior. Las estructuras de poder que rigen nuestro querido planeta Tierra adolecen cada vez más de una caducidad evidente que hace que pierdan fuerza y al tratar de agarrarse a una posición en la que están instauradas desde hace mucho tiempo posibilitan el estado de confusión del que hablo y que es a su vez caldo de cultivo para que los radicalismos encuentren resurgimiento. Pero este protagonismo será leve. Es como la marabunta, como la tormenta que antecede a la calma. Una calma limpia y pura que inundará los corazones de todos dandonos consciencia de la sabiduría del amor que se halla en nuestro interior. Sí, es así, queda mucho por hacer. Nos tenemos que trabajar aun mucho. Tenemos mucho que aprender, que compartir, que aceptar, que amar. Todo empieza en uno mismo. Dentro de nosotros está la llama de la iluminación. Cada uno a su ritmo, a su manera, pero respetándonos profundamente tanto a nosotros mismos como a los demás conseguiremos el objetivo de crear un mundo mejor. Somos creadores, baterías divinas de energía inagotable que si aprendemos a conectar adecuadamente con la fuente nuestro empuje y avance serán extraordinarios.
Desde aquí, queridos lectores, quisiera mandar un mensaje amoroso a aquellas personas que nos dejaron este año para seguir su proceso particular de crecimiento en el más allá. Y por supuesto, a todos aquellos que compartís estas letras conmigo, desearos lo mejor. A las personas que tengo la suerte de conocer y con las que he compartido experiencias darles las gracias por lo que cada una me habéis aportado y me seguís aportando. No me queda más que desear que este año nos traiga lo que necesitamos de corazón para crecer en la sabiduría del amor universal.
Os quiero a todos.
Juan
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