Que no exista la culpa
Día lluvioso. ¡Qué buenos son los días lluviosos para escribir! Es como si el hecho de que la atmósfera se limpiara sirviera de acicate para tu apertura personal, para que los mensajes que tenga una dentro pugnando por salir salgan con más fluidez y facilidad. Es curioso cuando a veces me veo atrapado por algún impacto emocional de mi realidad cotidiana lo fácil que es caer en el automatismo. Caer en el juzgar, en el interpretar al hecho como el causante de tu inquietud cuando sabes que la causa siempre eres tú. No obstante es dificil en las interrelaciones del día a día no dejarse llevar por juicios prematuros que contaminan la situación atrayendo tensiones desestabilizadoras. Mi propuesta es darle la vuelta a todo esto y lo hago. Una vez pasado el momento en cuestión lo observo en la distancia como una oportunidad convocada por mi yo para mi aprendizaje personal. Entonces me doy cuenta de que el hecho se presenta porque yo lo he llamado y que depende unica y exclusivamente de mí el como reaccionar ante él. Yo elijo. Nadie elige por mí. Nadie tiene la culpa de nada de lo que me ocurra. "Culpa", que de condicionamientos negativos tiene esta palabra. "Por tu culpa, por tu gran culpa.." dice el Credo religioso. ¡Al carajo la culpa! Hagámonos responsables plenamente de todo en nuestras vidas. Aprendamos a ser más conscientes y a elegir la paz, la calma, la sabiduría...el amor. Que sencillo decirlo, pero hacerlo es otro cantar. La fuerza de las viejas estructuras grabadas a fuego por una educación marchita te anclan y te impiden avanzar con toda la soltura que desearías. Hay que proponerselo. Hay que creer en uno mismo, en la intuición, y en todo aquello que nos proporcione paz interior, pues eso, será un claro signo de nuestro sendero.
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