¡Gloria!
¡Gloria! piden
los hambrientos de espíritu
en las iglesias, huerfanos de sentimiento,
sin saber que su alimento
se halla dentro.
¡Gloria! piden
al intermediario fraudulento
que les pide un sacrificio
sin fundamento, por unos honores
que no son ciertos.
¡Gloria! piden
necesitados de una paz ausente
que llevan consigo
sin saber que tienen.
¡Gloria! piden
ocultados en el sufrimiento
esgrimiendo como medallas
sus palos de ciego.
¡Gloria! piden
para ver el cielo
cuando si miran arriba
lo ven por entero.
¡Gloria! piden
al santo, la santa,
la Virgen o el Padre eterno,
educados en vida
para escucharse en ruegos.
¡Gloria! ¡Gloria! ¡Gloria!
Y al final...
viven muertos.
0 comentarios