Un abrazo de verdad
En mis sanaciones, conferencias, actos, reuniones...etc siempre suelo ofrecerme en abrazos. Es tan sencillo el gesto que muchas personas se han acostumbrado a pasar de largo ante él sin percatarse de cuanto significa. Nos perdemos en su forma y no encontramos su importancia. Entregarte al hermano (todos lo somos) y recibir de él lo mismo o más que estás ofreciendo, porque en este acto dos personas se hacen uno. La energía fluye y embadurna con los colores vivos de la alegría del momento la obra del instante. Es darte...y darme. Es recibirte...y recibirme. Lo simple es hermoso porque somos. El abrazo de Amor Incondicional es un manifiesto que aparta los juicios, las caretas, los disfraces, las historietas, de un plumazo. Eres. No te conviertes en nada porque ya Eres. Siempre has sido y siempre serás.
Comunicad con vuestro corazón, que espera ansioso que descolguéis el auricular, cansado ya de llamaros y encontrarse una y otra vez con el contestador automático de vuestra inconsciencia. Dejad de ser automatas del vivir para daros cuenta de que sois (somos) divinos. Y demostradlo. Sí, demostremoslo. Las palabras se quedan sordas frente a un acto de amor consciente y silencioso. ¡Qué belleza! Es tan sublime y tan fácil. Sentir compartiendo con otra persona esa fuerza que lo mueve todo en un abrazo. Embadurnarte con las energías de la paz y el sosiego en un momento de entrega absoluta a lo que Es, a lo que Eres, a lo que Somos.
Nos ha costado tanto desprendernos de las mochilas que tienen su origen en la Egolatría. Es la hora. Pasemos a una etapa que ya ha comenzado. Sintamos el movimiento y la quietud de una existencia en el Ahora que abre las puertas a la sabiduría del Ser. No nos enredemos más en sistemas enredosos que traen más confusión que otra cosa a nuestro descubrimiento. Sintamos y confiemos en nuestro sentir, que emana de la paz inalterable de la Unidad a la que pertenecemos. Aunque no lo creáis, es así de fácil.
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