Perdí tu nombre una mañana
Una mañana perdí tu nombre.
Mi boca se llenó de tu ausencia
y la añoranza de tu palabra
me dejó la voz dormida.
Quise despertarla
y tanto la llamé
que me quedé sin habla.
En el rincón del olvido
mudo me hallé
y entre recuerdos dormidos
me desperté.
Perderte creí
pues no sabía pronunciarte
sin decir nada.
Entonces te ví.
Mi lengua respondió a tu mirada
y encontré tu nombre
agarrado a mi alma.
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