La nada
Este es el vacío nombre de ese algo que acababa con todo y detrás de lo cual sólo quedaba la sensación de ausencia de lo que antes allí estuvo. En mis sueños infantiles fue el horrendo mal que, fabricado por la pluma de Michael Ende, acababa con el reino de fantasía gobernado hasta entonces por la emperatriz infantil, musa a la sazon de cualquiera de nosotros que, al igual que ella no eramos más que inocentes puberes que veían como su reino más preciado (el de la imaginación) estaba siendo poco a poco destruido debido a que abandonabamos nuestros sueños habilmente arrastrados por una programadora realidad adulta que nos pretendía fijar el cómo, el qué, el cúando, el dónde y el de qué manera. Que nos pretendía imponer el ser, el existir, el vivir.
Todos esos niños de entonces somos ya adultos, hemos hecho lo que hemos podido (lo seguimos haciendo) y continuamos reconociéndonos, viéndonos y aprendíendonos en el compartir, con uno mismo y a partir de ahí con los demás, que vuelven a ser uno mismo. En este caminar variopinto existen multitud de senderos, de atajos, de laberintos, de avances, de retrocesos, de ritmos... tantos como seres humanos hay sobre la faz de la Tierra. Y recordamos, sí, cada vez está más claro en nosotros el recuerdo de lo que somos. Así, nacemos a algo que nunca ha muerto, que siempre ha estado ahí y que siempre estará, la Eternidad. Pero no se puede vivir en la consciencia de lo eterno, de lo que Es, si no aceptamos. Y qué es aceptar, me diréis. Aceptar es Vivir en plenitud, en el Ahora, en la consciencia del Momento Único Presente. Es fluir con los ciclos vitales del Universo en todas sus dimensiones. El día tiene sus ciclos, la luna tiene sus ciclos, la mujer tiene sus ciclos, las estaciones tienen sus ciclos, tú y yo tenemos nuestros ciclos. En definitiva, el Universo, los Multiversos, Los Omniversos, tienen sus ciclos. Todo en sí mismo dentro de su eterna condición es un ciclo y no hay mayor comunión con esa naturaleza eterna que nos es propia que el estar en consonancia y fluyendo con dichos ciclos. "El mar cuando se levanta convertido en ola es agua y cuando cae despavorido en los rompientes ¿no es acaso el mismo agua?"
Ya es hora de que rompamos con estos límites autoimpuestos que distinguen lo que es posible de lo que no, lo que es fantasía de lo que es realidad. Ya es hora de que seamos auténticos creadores de una vida plena llena de armonía. Atrevámonos a sembrar la cosecha de un nuevo mundo que nos espera. Muchos lo estamos haciendo a medida que nos vamos reconociendo, compartiendo, acompañándonos, amándonos. ¿Quieres salir de la nada? Aquí tienes mi mano y con la mía muchas más. Yo soy otro tú.
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