Busqueda encontrada
Una mañana salí a buscarme, pues no me veía. Rodeado de ciegos, que me miraban sin ver, ni a preguntar me decidía. Anduve perdido en la lejanía de un horizonte que me marcaba un limite que no existía. Quería saber donde mirar para ver algo de lo que la gente decía. Y buscaba y buscaba fuera una señal que me hiciera creer que ese algo que tenía que encontrar no era producto de mi inventiva. Mis ideas, convertidas en ligaduras, trataban de manipular y lo hacían con soltura, entonces yo quería ver lo que otros veían, lo que decían ver y lo que todo iluminado percibía. Mientras, caminaba a la deriva, sin sentido, sin vivir la vida, obsesionado en una proyección de ser, de hacer, de tener, esperando un objetivo que jamás se cumplía. Soñaba con la medalla del reconocimiento a unos logros que la sociedad reconocía, pero eran sueños vanos, superfluos y vacíos de sabiduría. Un día me paré y quise mirar lo que de verdad acontecía. Para ello dejé atras creencias, parafernalias e instrucciones mayoritarias y me fije en mí, en mi mundo y en mi estructura carcelaria. Era una prisión, la mía, vieja, oxidada, carcomida, por experiencias vitales liberada. Y allí en un rincón, estaba la llave de mi alma. La cerradura cedió y abrí la puerta de mi jaula, salí al mundo interior, donde mirar no hacía falta. Allí todo era ver, todo me reflejaba la verdad del no ser nada. En mi hondo vacío me encontré, dejando de buscar lo que tanto añoraba, y amé, tanto amé, que al final , Amor me llamaba.